Cuando se convocaron tiempo atrás las movilizaciones del 22M para denunciar la situación del país nadie pensó en la repercusión. Reducir esa movilización a los incidentes del final me parece tan torticero como mezquino. Ni siquiera días antes las más de 300 organizaciones plataformas partidos y asociaciones que secundaron, pensaron que el hartazgo sacaría a la calle a dos millones de personas.
Para
entender semejante reacción solo hay que fijarse en el empeño casi constante
que hubo en silenciar con todo el aparato mediático. Que ni multas
astronómicas ni miedos, pueden dejar a personas afectadas de una u otra manera, de brazos cruzados.
También
contribuyeron, como no, a tan masiva afluencia, las declaraciones incendiarias
del propio presidente de la comunidad de Madrid.
Todo ello
aderezado con un aparato de manipulación parecido a los días posteriores al
atentado del 11m, donde se intentaba convencer a la gente de que el blanco era
negro. Tenemos mala
memoria en este país quizá demasiado mala , pero aparte de que nos roben, nos
quiten derechos y nos hundan en el barro;
lo que jamás suele perdonar el pueblo es la mentira.
Muchos
pensaran que esto es solo un movimiento más, es posible que no sea así. Los medios
internacionales tratan el tema, expresando su sorpresa del "aguante"
que hasta ahora habíamos mostrado los ciudadanos como conjunto.
Que el
clamor de la gente pida pan, trabajo, y cese de recorte de derechos y
libertades nos retrotrae precisamente a la conciencia social que despertó en la
tan manipulada transición. Que eso llegue a cambiar al menos en parte el curso
de la historia puede sonar pretencioso pero jamás imposible.
Quizá esa "conciencia
masiva" ha despertado de un letargo a veces incomprensible. Esta vez
parece que algo ha cambiado, que sea la gota que ha colmado el vaso es difícil
de prever.
Que ahora estemos al borde de un estallido social, es algo prematuro de aventurar. Lo que si me atrevo a decir que esto no para aquí, se aprendió la dolorosa lección de que nadie consigue nada "gratis", que "resignarse" es para los mártires y devotos y no para quien carece de futuro. Si los inútiles que nos gobiernan no han entendido al menos el cinco por cien de todo este mensaje de dignidad, pasaran (quien sabe) a la historia como el gobierno que más hizo contra el pueblo. Veremos más actos, mas movilizaciones, mas ocupaciones, mas resistencia y por supuesto más tensión en la calle. No hablo explícitamente de incidentes, es ese hartazgo de ver que cuando se va perdiendo casi todo, poco queda ya que perder.Y si en esa vorágine salta la gota del vaso, entonces, y solo entonces los "incidentes de radicales aislados" van a parecer una romería.
La solución
no es la represión, cuando ya se pierde hasta el miedo.....
Totalmente de acuerdo, Andrés. Gracias por tu escrito
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